El nuevo totalitarismo se llama ambientalism0
(extractado del blog El Conservador Resiliente )El Presidente checo Vaclav Klaus advierte que el ambientalismo se está convirtiendo en un nuevo totalitarismo. Todavía hay un oso en el bosque, pero ya no es un oso ruso. Ahora, es un oso polar.
Habiendo vivido gran parte de su vida en un país alguna vez dominado por los comunistas, Klaus reconoce una ideología tiránica en la cual sus elites pisotean las libertades individuales por un bien mayor cuando la ve.
Dando un discurso el mes de mayo en el National Press Club de Estados Unidos, para dar a conocer la versión en inglés de su libro “Planeta Azul, Grilletes Verdes” o “Blue Planet, Green Shackles”, Klaus dijo que el calentamiento global está siendo usado como un medio para erosionar nuestras libertades.
Klaus dijo que la alarma provocada por el calentamiento global producido por el hombre es “una idea cuasi-noble que trasciende al individuo en el nombre de algo que está por encima de él” y que está siendo explotado por una nueva elite “que asegura tener el derecho a sacrificar al hombre y su libertad para hacer de sus objetivos una realidad.”
Como el marxismo, nos dirán cómo tenemos que vivir, qué es lo que conduciremos, a qué temperatura podremos abrigarnos, qué combustibles deberemos usar. “En el pasado todo fue en nombre de las masas o el proletariado, ahora será en nombre del planeta,” dijo Klaus. “Estructuralmente, es muy similar.”
Para aquellos que encuentran sus miedos como infundados, ofrecemos las palabras del candidato a líder del mundo libre Barack Obama, quien, haciendo campaña en el Estado de Oregon, dijo: “Nosotros no podemos conducir nuestras camionetas y comer todo lo queramos y mantener nuestro hogares a una calefacción adecuada… y esperar que los otros países vayan a estar de acuerdo con eso.”
Obama añadió: “Eso no es liderazgo. Eso no va a pasar.”
Por otra parte, en otro ataque a la libertad, dentro del país que las protege, el senado norteamericano discutió la America’s Climate Security Act, un astuto asalto sobre las libertades y la economía ideada por los parlamentarios del ala izquierda del partido demócrata estadounidense Joe Lieberman y John Warner.
Esta ley esencialmente limita la cantidad de gasolina y otros combustibles fósiles que pueden usar los ciudadanos americanos, que como dijo Klaus, será en nombre del planeta.
La Heritage Foundation dice que una ley así podría elevar los precios de las gasolinas en un 50% para 2030. Más importante aún, nota la organización, la ley “representa un extraordinario nivel de interferencia económica por parte del gobierno federal” que “promete grandes peligros para la economía estadounidense.”
Por qué discutimos una ley de otro país? Pues recordemos que en estos momentos el tema de los combustibles y su alto precio están afectando a los gobiernos de todo el mundo y cualquier política errónea en ese sentido podría derrumbar a un gobierno y a su economía, como podemos observar con el ejemplo argentino. Además, también podemos observar el daño económico que ha provocado en Estados Unidos y Europa el uso obligatorio de etanol por parte de esa elite verde que empieza a ocupar los escaños de los congresos y parlamentos.
El uso de energías deficientes como los biocombustibles eleva el costo de los combustibles tradicionales y de los alimentos, sin limpiar significativamente los cielos.
Pero el mayor precio a pagar, insiste Klaus, es la pérdida de libertad.
Escribiendo en una columna del Financial Times de este mes, dijo: “Como alguien que vivó bajo el comunismo la mayor parte de su vida, me siento obligado a decir que veo hoy una gran amenaza a la libertad, la democracia, la economía de mercado y la prosperidad en la ambición ambientalista, no en el comunismo.”
Tiranos, dictadores y demagogos han invocado tradicionalmente a los “demonios extrajeros” para atemorizar, reprimir y controlar a sus pueblos. Ahora invocan la amenaza del holocausto planetario desatado por un descontrolado capitalismo.
Klaus advierte: “Esta ideología quiere reemplazar la libre y espontánea evolución de la humanidad a través de una planificación centralizada, esta vez a nivel global.”
Klaus tiene razón. Karl Marx hubiera firmado el Protocolo de Kyoto.