miércoles, 12 de agosto de 2009

UN RECORDATORIO IMPRESCINDIBLE
Y MUY NECESARIO: LOS PAPAS Y EL RECHAZO AL SOCIALISMO
EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA


Uno tras otro, a partir de Pío IX (1846-1878), los Papas de la Iglesia Católica han ido condenando sin excepción las doctrinas socialistas, mensajes que han ido inexplicablemente siendo ocultados y olvidados por grandes sectores del clero actual, que, tal como adelantó la Virgen María en Fátima, se vería infiltrado por "Rusia y sus errores". Veamos a continuación algunos contenidos de diversas encíclicas al respecto.

Pío IX, " Noscitis et Nobiscum", 1849
"Trastorno absoluto de todo órden humano"

"...tampoco desconocéis, Venerables Hermanos, que los principales autores de esta tan abominable intriga, no se proponen otra cosa que impulsar a los pueblos, agitados ya por toda clase de vientos de perversidad, al trastorno absoluto de todo orden humano de las cosas, ya entregarlos a los criminales sistemas del nuevo Socialismo y Comunismo".

León XIII (1878-1903), el autor de la célebre enciclica Rerum Novarum, ha sido inmortalizado por la sabiduría con la que trató la cuestión social, y por el afecto paterno que manifestó a los obreros, sujetos entonces en gran parte a una inmerecida pobreza. Llegó a decirse que León XIII puso las bases del socialismo cristiano. Error flagrante: en los documentos de León XIII el socialismo es objeto de condenaciones frecuentes , graves e incisivas, como las siguientes:

"...aquella secta de hombres que, bajo diversos y casi bárbaros nombres de socialistas, comunistas y nihilistas, esparcidos por todo el orbe, y estrechamente coligados entre sí por inicua federación, ya no buscan su defensa en las tinieblas de sus ocultas reuniones, sino que, saliendo a pública luz, confiados y a cara descubierta, se empañan en llevar a cabo el plan que tiempo ha concibieron, de trastornar los fundamentos de toda la sociedad civil."

"La Iglesia del Dios vivo, que es columna y fundamento de la verdad (1 Tim 2, 15) enseña aquellas doctrinas y preceptos con que se atiende de modo conveniente al bienestar y vida tranquila de la sociedad y se arranca de raíz la planta siniestra del socialismo"

"Los comunistas, los socialistas y los nihilistas son una "mortal pestilencia que serpentea por las más íntimas entrañas de la sociedad humana y la conduce al peligro extremo de ruina"".

"Aunque los socialistas, abusando del mismo Evangelio para engañar más fácilmente a los incautos, acostumbran forzarlo para adaptarlo a sus intenciones, con todo hay tan grande diferencia entre sus perversos dogmas y la purísima doctrina de Cristo, que no puede ser mayor. Porque, ¿qué participación puede haber de la justicia con la inequidad, o qué consorcio de la luz con las tinieblas?"

(Encíclica Quod Apostilici Muneri, 1878).

"... era de nuestro deber , advertir públicamente a los católicos sobre el grave error que se oculta bajo las teorías del socialismo y del gran peligro que de ahí resulta, no sólo para los bienes exteriores de la vida, sino que para la integridad de las costumbres y para la religión"

(Enciclica "Graves de Communi", 1901)

Pero, de León XIII hasta nuestros días la palabra "socialismo" se fue extendiendo paulatinamente, llegando a conformar variaciones más moderadas que las iniciales. Hay, por ejemplo, escuelas socialistas que pretenden confinarse al ámbito social y económico, absteniéndose de cualquier presupuesto religioso o filosófico. Estas escuelas tienen presentes solamente los problemas de producción y consumo, aparentando dar a sus adeptos plena libertad de opinión en lo demás. Sin embargo, también este socialismo es incompatible con la doctrina católica. Pese a aparentar no tomar posición filosófica o religiosa, sigue siendo materialista, pues pretende organizar la sociedad y la economía como si el mundo fuera exclusivamente material y sólo este ambito debiera ser considerado.
Hay otras escuelas que también se llaman socialistas, pero que difieren de éste en dos aspectos en la forma como se presentaba en la época de Pío IX y León XIII: no pretendían una socialización completa de todos los campos de la existencia humana, sino que sólo de algunos de ellos; no deseaban transformaciones sociales bruscas y violentas, sino graduales y pacíficas. Estas corrientes, resultan muy atenuadas comparadas con el socialismo marxista, pero aun asi resultan incompatibles con el cristianismo. Ambas pretenden, en diverso grado, la abolición total o parcial de la iniciativa y de la propiedad personal, lo que resulta incompatible con la naturaleza humana.

Igual censura se puede hacer a la variante socialista de carácter distribucionista y rótulo cristiano (socialismo católico) , que considera la sociedad como el fin del hombre. De conformidad con esta escuela, toda producción que excediera de las necesidades de cada familia, en lugar de formar el patrimonio familiar, iría a la colectividad. Como se ve, para este sistema, la familia, considerada como unidad de producción, mira solamente a la subsistencia; error que impide economizar, pues el superávit de esa producción es patrimonio de la sociedad. Este sistema socializa la producción. De una manera general, los socialistas llamados católicos o cristianos, aceptan la disociación entre los fundamentos filosóficos del socialismo y sus aspectos económicos y sociales. Rechazan aquellos y admiten éstos, por lo menos en cierta medida. y fiados en que la victoria de un socialismo moderado no acarree persecuciones a la Religión, an,helan la llegada de un orden de cosas socialista y cristiano. Con lo que anteriormente dijimos, los errores de este sistema ya quedaron señalados.
Para corroborar a los católicos en la condenación de las escuelas socialistas "moderadas", "cristianas" o "católicas", la Encíclica "Quadragesimo Anno" fue de gran valor. En ella enuncia Pío XI, con toda claridad, el problema que surge de la pluralidad de sentidos que, después de León XIII, fue tomando la palabra, "socialismo".


Pío XI, "Quadragesimo Anno", 1931


La bifurcación del socialismo


Historiando la evolución del término "socialismo", escribe el Papa: "No menos profunda que la del régimen económico es la transformación que desde León XIII ha sufrido el socialismo, con quien principalmente tuvo que luchar Nuestro Antecesor. Entonces podía considerarse todavía sensiblemente único, con una doctrina definida y bien sistematizada ; pero luego se ha dividido principalmente en dos partes, casi siempre contrarias y llenas de odio mutuo, sin que ninguna de las dos reniegue del fundamento anticristiano, propio del socialismo".


El comunismo


"Una parte del socialismo sufrió un cambio semejante al que indicábamos antes respecto a la economía capitalista, y dio en el comunismo. Enseña y pretende, no oculta y disimuladamente, sino clara y abiertamente, y por todos los medios, aun los más violentos, dos cosas: la lucha de clases encarnizada y la desaparición completa de la propiedad privada".
El socialismo moderado
Después de varias consideraciones sobre el comunismo, el Pontífice prosigue hablando de la facción moderada del socialismo: "La parte que se ha quedado con el nombre de socialismo es ciertamente más moderada, pues no sólo profesa que ha de suprimirse toda violencia, sino que, aun sin rechazar la lucha de clases y la abolición de la propiedad privada, las suaviza y modera de alguna manera. Diríase que, aterrado por sus principios y por las consecuencias que se siguen del comunismo, el socialismo se inclina y en cierto modo avanza hacia las verdades que la tradición cristiana ha enseñado siempre solemnemente, pues no se puede negar que sus peticiones se acercan muchas veces a las de quienes desean reformar la sociedad conforme a los principios cristianos. La lucha de clases, sin enemistades y odios mutuos, poco a poco se transforma en una como discusión honesta, infundada en el amor a la justicia; ciertamente, no es aquella bienaventurada paz social que todos deseamos, pero puede y debe ser el principio de donde se llegue a la mutua cooperación de las profesiones. La misma guerra a la propiedad privada se restringe cada vez más y se suaviza de tal modo que, al fin, ya no es la posesión misma de los medios de producción lo que se ataca, sino cierto predominio social que contra todo derecho se ha tomado y arrogado la propiedad. Y de hecho, semejante poder no pertenece a los que poseen, sino a la potestad pública. De este modo se puede llegar insensiblemente hasta el punto de que estos postulados del socialismo moderado no difieran de los anhelos y peticiones de quienes desean reformar la sociedad humana fundándose en los principios cristianos. En verdad que con toda razón se puede defender que se pueden legítimamente reservar a los poderes públicos ciertas categorías de bienes, aquellos que llevan consigo tal preponderancia económica que no se podría, sin poner en peligro el bien común dejarlos en manos de los particulares. Estos deseos y postulados justos ya nada contienen contrario a la verdad cristiana, ni tampoco son, en verdad, reivindicaciones propias del socialismo. Por tanto, quienes solamente pretendan eso, no tienen por que agregarse al socialismo "


Falsa conciliación


"Pero no vaya alguno a creer que los partidos o grupos socialistas, que no son comunistas, se contenten todos, de hecho o de palabra, con eso sólo. Los más llegan a suavizar en alguna manera la lucha de clases o la abolición de la propiedad, no a rechazarlas. Ahora bien; esta mitigación, y como olvido de los falsos principios, hace surgir, o mejor, a algunos les ha hecho plantear indebidamente esta cuestión; la conveniencia de suavizar o atemperar los principios de la verdad cristiana, para salir al paso del socialismo y convenir con él en un camino intermedio. Hay quienes se ilusionan con la aparente esperanza de que así vendrán a nosotros los socialistas. ¡Vana esperanza! Los que quieran ser apóstoles entre los socialistas, deben confesar abierta y sinceramente la verdad cristiana plena e integra, sin connivencias de ninguna clase con el error. Procuren primeramente, si quieren ser verdaderos anunciadores del Evangelio, demostrar a los socialistas que sus postulados, en lo que tienen de justos, se defienden con mucha mayor fuerza desde el campo de los principios de la fe cristiana y se promueven más eficazmente por la fuer- za de la caridad cristiana) .


Una quimera: el bautismo del socialismo


"Pero, ¿qué decir en el caso de que el socialismo de tal manera se modere y se enmiende en lo tocante a la lucha de clases ya la propiedad privada, que no se le pueda ya reprender nada en estos puntos? ¿Acaso con ello abdicó ya de su naturaleza anticristiana? ... El socialismo, ya se considere como doctrina, ya como hecho histórico, ya como "acción", si sigue siendo verdaderamente socialismo, aún después de sus concesiones a la verdad y a la justicia en, los puntos de que hemos hecho mención, es incompatible con los dogmas de la Iglesia católica, porque su manera de concebir la sociedad se opone diametralmente a La verdad cristiana. Según la doctrina cristiana, el hombre, dotado de naturaleza social, ha sido puesto en la tierra para que, viviendo en sociedad y bajo una autoridad ordenada por Dios (Cfr. Rom. 13, 1) cultive y desarrolle plenamente todas sus facultades para gloria y alabanza de su Creador; y cumpliendo fielmente los deberes de su profesión o de su vocación, sea cual fuere, logre la felicidad temporal y juntamente la eterna. El socialismo, por lo contrario, completamente ignorante y descuidado de tan sublime fin del mundo y de la sociedad, pretende que la sociedad humana no tiene otro fin que el puro bienestar material. La división ordenada del trabajo es mucho más eficaz para la producción de los bienes que los esfuerzos aislados de los particulares; de ahí deducen los socialistas la necesidad de que la actividad económica (en la cual sólo consideran el fin material) proceda socialmente. Los hombres, dicen ellos, haciendo honor a esta necesidad real, están obligados a entregarse y sujetarse totalmente a la sociedad en orden a la producción de los bienes. Más aún, es tanta la estima que tienen de la posesión del mayor número posible de bienes con qué satisfacer las comodidades de esta vida, que ante ella deben ceder y aun inmolarse los bienes más elevados del hombre, sin exceptuar la misma libertad, en aras de una eficacísima producción de bienes. Piensan que la abundancia de bienes que ha de recibir cada uno en ese sistema para emplearlo a su placer en las comodidades y necesidades de la vida, fácilmente compensa la disminución de la dignidad humana, a la cual se llega en el proceso 'socializado' de la producción. Una sociedad cual la ve el socialismo, por una parte, no puede existir ni concebirse sin el empleo de una gran violencia, y por otra, entroniza una falsa licencia, puesto que en ella no existe verdadera autoridad social ; ésta, en efecto, no puede basarse en las ventajas materiales y temporales. sino que procede de Dios, Creador y último fin de todas las cosas (Encíclica Diuturnum)"

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Socialismo cristiano, una contradicción


"Si acaso el socialismo, como todos los errores, tiene una parte de verdad (lo cual nunca han negado los Sumos Pontífices), el concepto de la sociedad que le es característico y sobre el cual descansa, es inconciliable con el verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, son términos contradictorios; nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero"

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Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 1965


"...Por este motivo hay que calificar de falsas tanto las doctrinas que se oponen a las reformas indispensables en nombre de una falsa libertad como las que sacrifican los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en aras de la organización colectiva de la producción."


Fuente: Reconquista y Defensa.org