sábado, 12 de septiembre de 2009

ESTUDIO DE LA REALIDAD FAMILIAR EN CHILE
ENTRE 1997 Y 2008 MUESTRA QUE
LAS POLITICAS PUBLICAS DE LA CONCERTACION HAN CONTRIBUIDO
AL DETERIORO DE LA FAMILIA TRADICIONAL EN CHILE



La Fundación Jaime Guzmán construyó recientemente un índice de la familia que muestra un fuerte deterioro entre los años estudiados, 1997 y 2008. Entre esos doce años, el índice cae en un 60% y hay un fuerte cambio de tendencia después de 2005, año en que se aprobó la ley de divorcio.

"No podemos aseverar que la ley produzca el cambio, pero hay un significativo deterioro de ciertas variables que mide el índice a partir de ese año, específicamente en términos de rupturas matrimoniales y de segundas nupcias de personas previamente anuladas o divorciadas", señala Jorge Jaraquemada, abogado y director del área legislativa y de políticas públicas de la Fundación Jaime Guzmán.

Después de la ley hay un fuerte crecimiento de los divorcios y nulidades que suben en los tres años siguientes (2006 a 2008). Como era esperable, pasan a divorciarse legalmente parejas que estaban separadas pero no tenían acuerdo para la nulidad, lo cual eleva la tasa de rupturas matrimoniales por cada 100 mil habitantes desde 80 a 397 entre 1997 y 2008. Es decir, en 395%. "Falta por ver qué va a ocurrir este año, si la tasa seguirá subiendo fuerte, como en los últimos 3 años, o bien se estabilizará en un nivel más alto", explica Ramón Delpiano, el economista e investigador que construyó el índice.

Siguiendo la misma lógica de una demanda insatisfecha, las segundas nupcias suben de una tasa de 43 al 65 por cada mil contrayentes entre 2004 y 2006. Y el año pasado continúa en 66 (lo cual equivale a 7.600 contrayentes). El total de matrimonios (primeras, segundas y más nupcias), en cambio, sólo sube en los dos años posteriores a la ley de divorcio y en 2008 vuelve a descender.

"Está por confirmarse si el descenso en la tasa de matrimonios el año pasado, respecto del anterior, indica que la curva recupera la tendencia a la baja que exhibe desde 1997, período en el cual la tasa de nupcialidad cae en 35% (hubo 20.566 matrimonios menos en 2008). En contrapartida, el dato más relevante es que en el mismo período de 12 años la tasa de convivencia sube en 66%", añade Delpiano.

"Todas las variables indican un detrimento del valor de la familia, con la sola excepción de los matrimonios entre menores de 19 años, que descienden en 63% en el período. Una explicación posible es que conviven y no se casan, lo que es concordante con el incremento de la tasa de convivencia y de nacimientos fuera del matrimonio", añade Jaraquemada.

La tasa de niños nacidos fuera del matrimonio también sube 26% entre el 97 y 2008. Más impactante es que en términos del total de nacimientos del año pasado sumaban casi el 68%. Es decir, más de dos de cada 3 nacimientos se producen de padres no casados. Y aunque la única variable positiva, en términos del índice, es que en 2008 se casaron 2.708 menos adolescentes que en 1997, la mala es que en ese período los hijos de jóvenes menores de 19 años crecieron en 54%.

Por qué construirlo

"La idea de construir este índice era contextualizar el debate con datos duros que a su vez se convierten en un termómetro de la familia en un rango de tiempo", dice Jaraquemada.

Usaron una metodología similar a la que utilizan el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, el índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage y del "Easy of Doing Business" del Banco Mundial. El economista de la Universidad Católica Ramón Delpiano viajó a EE.UU. a chequear la metodología.

Como todos los índices, se levanta a partir de una definición conceptual. En este caso, "la estructura familiar que se ocupa como referencia, para ver su evolución y tendencia, se funda en la conyugabilidad y la filiación, ambos elementos primordiales que existen desde los inicios de la historia. Nuestro benchmark sobre la familia consiste en un hombre y una mujer unidos por el matrimonio y los hijos que sean fruto de esa unión", dice el abogado.

A su vez, cada elemento tiene 4 dimensiones que son las que se midieron entre 1997 y 2008, se estandarizaron y se les dio un puntaje para llegar a un valor numérico único, que es el índice. La conyugabilidad considera la tasa de nupcialidad, de convivencia no matrimonial, de matrimonios adolescentes y la de ruptura matrimonial.

Y la filiación se mide a través de la tasa de los niños nacidos dentro del matrimonio, fuera de él, de padres adolescentes y de familias constituidas a partir de segundas o más nupcias que significan la desestructuración de la primera familia (esto se mide con el dato de contrayentes antes anulados o divorciados). "Para un hijo es distinto que sus padres se separen a que lo hagan y se vuelvan a casar", indica Jaraquemada.

Si el índice cae quiere decir que las variables que lo componen se fueron deteriorando para el modelo de familia y viceversa. En el descenso del 60% tuvo un fuerte impacto el aumento esperado de las rupturas (divorcios y nulidades) producto de la ley de divorcio de 2005. Pero si se congelan las rupturas por cada 100 mil habitantes a la tasa de 2005, igual el indicador cae significativamente, aunque ya no 60%, sino que 52%.

Los datos son del Registro Civil, el INE y la Encuesta Casen. El estudio se hizo a partir de 1997, porque con las cifras anteriores hay problemas de acceso y confiabilidad, dice el economista.


"La evidencia muestra que en los últimos 12 años las políticas públicas han contribuido al deterioro de la familia tradicional".

JORGE JARAQUEMADA



¿Para qué sirve este indicador?

"Este indicador (que no existe en otro país) servirá para ver cómo evoluciona la familia tradicional en el tiempo, que es la que según toda la literatura la que mejor contribuye al bienestar de cada uno de sus integrantes. No se trata de discriminar a las otras -como las monoparentales, segundas nupcias o convivientes-, sino que de tener un modelo como aspiración y ver cómo lo impactan las políticas públicas. Este indicador, por ejemplo, permite concluir que es falaz el argumento de los gobiernos de la Concertación de que están estimulando la familia. La evidencia muestra lo contrario, que en los últimos 12 años las políticas públicas han contribuido al deterioro de la familia tradicional. El índice cae en 60% respecto del año 1997, no en relación con una situación ideal", señala Jorge Jaraquemada.

"Es evidente que hay un desincentivo a la familia tradicional cuando las mujeres pierden subsidios, familiares o de vivienda, si se casan. La nueva ficha de protección social, por ejemplo, cambió el concepto de pobreza material que tenía la ficha CAS a vulnerabilidad . Y en ese contexto, la madre soltera tiene un núcleo familiar más vulnerable y obtiene mayores beneficios. Eso es correcto, pero tiene que ir de la mano con premiar también a quien genera una familia fundada en el matrimonio y eso no ocurre hoy", añade el economista Ramón Delpiano.

¿Es esto fruto de la casualidad?

Recordemos las "enseñanzas" del comunista Antonio Gramsci (1891-1937), contenidas en sus "Cuadernos". En ellos se explica que, con el objetivo de alcanzar el poder político en Occidente , era necesario sortear dos grandes obstáculos: la Iglesia Católica y la familia. ¿Por qué la familia? Está claro que si la estrategia gramsciana consiste en la formación de un nuevo modo de pensar a través de la educación en los nuevos valores revolucionarios, la familia, primera educadora del hombre desde su nacimiento y durante los primeros y cruciales 5 primeros años de vida, era un estorbo intolerable. El Estado no tendría el control de las enseñanzas valóricas que cada familia entregara a sus hijos, por lo cual se hacia necesario su debilitamiento para evitar interferencias en las enseñanzas revolucionarias.

¿Cómo hacerlo? Gramsci explica que hay que destruír a la familia, presentándola como una institución del pasado, ya superada, incapaz de educar. Retirando a los niños desde su más temprana edad de la influencia de sus padres, mediante la educación masiva en la "nueva cultura". O bien, interviniendo en la educación en los aspectos fundamentales de su vida, desde la escuela y sin la participación de los padres. Procurando que , por ausencias de los padres ante compromisos laborales ineludibles, los niños queden bajo la influencia de la educación de los contravalores a través de la televisión.

Fuente: Emol.com 23 agosto 2009

Gráficos del estudio