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lunes, 29 de marzo de 2010

LA REBELION DE LOS CRISTEROS DE MEXICO (1926-29)
O CUANDO LOS CATOLICOS FUERON CAPACES DE

DEFENDER CON VALENTIA
SU FE





La Guerra de los cristeros de México consistió en un conflicto armado civil registrado entre 1926 y 1929, entre el ejército del gobierno del presidente Plutarco Elìas Calles y milicias de laicos, campesinos, presbiteros y religiosos catolicos que se oponían a la aplicación de unas extremas medidas públicas destinadas a eliminar y ahogar la práctica de la fe católica.
Estas medidas quedaron inicialmente plasmadas en la Constitución mexicana de 1917, una vez culminada la larga guerra civil en la que participó Pancho Villa entre otros lideres, la que, más que intentar separar Iglesia y Estado tal como se había hecho en muchas otras naciones a la sazón, iba mucho más allá, al negarle la personalidad jurídica a las iglesias, subordinaba a éstas a fuertes controles estatales, privaba a las iglesias al derecho de poseer bienes raíces, impedía el culto público fuera de los templos y prohibía la participación del clero en política. Al asumir la presidencia Plutarco Elías Calles (1924-28) , un general revolucionario, éste intentó ampliar aun más estas restricciones hasta un grado absurdo y claramente odioso, promoviendo la reglamentación del artículo 130 de la Constitución que, con el fin de suprimir totalmente la participación de las iglesias en la vida pública, establecía reglamentaciones tales como la obligación de que todo ministro de culto debia casarse para poder ejercer su labor, o la prohibición de constituir comunidades religiosas. Estas medidas conllevaban un indisimulado sesgo anti católico, y su objetivo final parecía ser conseguir la muerte por asfixia de la religión en un país tradicionalmente católico como México, en especial a nivel popular. Se inició una persecución contra quienes rompieran estas leyes, terminando muchos católicos y sacerdotes siendo fusilados o ahorcados por ordenes del gobierno. Como recuerda Jean Meyer en su libro acerca de este hecho:


"La tortura se practicaba sistemáticamente, no sólo para obtener informes, sino también para hacer que durara el suplicio, para obligar a los católicos a renegar de su Fe y para castigarlos eficazmente, ya que la muerte no bastaba para asustarlos. Caminar con las plantas de los pies en carne viva, ser degollado, quemado, deshuesado, descuartizado vivo, colgado de los pulgares, estrangulado, electrocutado, quemado por partes con soplete, sometido a la tortura del potro, de los borceguíes, del embudo, de la cuerda, ser arrastrado por caballos... Todo esto era lo que esperaba a quienes caían en manos de los federales». (Jean Meyer, La Cristiada, tomo III, págs. 251-252).

En 1925, el Estado mexicano había creado una iglesia utilitaria a sus intereses, llamada la Iglesia Católica Nacional Mexicana , a la que dotó con edificios, recursos y medios económicos para romper con el Vaticano. Ante esto, la Iglesia Católica mexicana genuina intentó reunir dos millones de firmas para conseguir una reforma constitucional, lo que fue rechazado por el gobierno. Entonces, numerosos católicos llamaron a realizar un boicot para no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno y no utilizar automoviles para evitar consumir bencina estatal. Este boicot repercutió severamente sobre la economía nacional, y la intransigencia de Calles radicalizó posiciones dentro de numerosos grupos de la Iglesia Catolica.

La radicalización provocó que en varios estados del centro, incluyendo Ciudad de México, así como de costa Pacifica mexicana, y en la península de Yucatán creciera un movimiento social que reivindicaba los derechos de libertad de culto en México. La dirigencia del movimiento, llamada la Liga por la Libertad de Culto, cercana pero autónoma respecto de los obispos mexicanos, creyó viable una salida militar al conflicto. En enero de 1927, empezó el acopio de armas; las primeras guerrillas estuvieron compuestas mayoritariamente por campesinos, que sumaron inicialmente 12 mil hombres, para llegar a 20.000 dos años después, ya que el apoyo a los grupos armados fue creciendo, cada vez se unían más personas a las proclamas de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! lanzadas por quienes fueron conocidos como los cristeros.
El origen del sustantivo cristero es disputado. Hay quienes consideran que fueron ellos mismos quienes utilizaron el nombre primero para identificarse, pero hay investigadores del fenómeno, como Jean Meyer, quienes consideran que, en sus orígenes, era una expresión despectiva, usada por agentes del gobierno federal, derivada de cristiano.


Los alzamientos se iniciaron en Zacatecas, Jalisco, Guanajuato y Michoacán, hasta extenderse por todo el centro del país, predominando los enfrentamientos en el area rural. Los obispos mexicanos se distanciaron del conflicto e intentaron negociar directamente con el gobierno las soluciones, de modo que el levantamiento tomó un caràcter predominantemente popular y campesino. Los cristeros constituían un ejército irregular y espontáneo(a pesar de que contaron con algunos militares de carrera en sus filas), que no esperaban recibir pago y no contaban con mecanismos formales de aprovisionamiento, reclutamiento, entrenamiento, atención a sus heridos o cuidado de los deudos. A diferencia de otros grupos armados en la historia de México no practicaron la así llamada "leva" (una práctica por la que se obliga a personas a sumarse a un ejército). Finalmente, a diferencia muchos grupos armados durante la revolución y antes durante el siglo XIX, el mercado estadounidense de armas estuvo--al menos formalmente--cerrado para este grupo, por lo que no pudieron adquirir armas o municiones y debían depender de armamento anticuado (mucho de él excedentes de la Revolución de 1910-1917) y operar con muy escasa munición. Se registraron numerosas batallas, sin que se lograra reducir el ímpetu de los cristeros en defensa de su libertad de culto.



Fusilamiento del Padre Miguel Pro (1927), por el ejército mexicano.


Murió gritando: ¡Viva Cristo Rey





Cristeros colgados en Jalisco, en los postes de la linea del tren.

El sucesor de Calles, Alvaro Obregón, sin sufrir del anticatolicismo fanático del primero, tenia la intención de lograr acuerdos que pusieran fin al conflicto, antes de ser asesinado por razones políticas (1928) . Emilio Portes Gil, su sucesor interino, buscó acuerdos apoyado por la mediación de Estados Unidos, decretando la solución más sabia si se desea sanar heridas y odiosidades: una amnistía general para los sublevados que dejaran las armas, devolver las casa episcopales y curales, y evitar, en lo sucesivo, mayores confrontaciones artificiales.
A partir de ese momento , sin embargo, el país entró en lo que investigadores de la relación Iglesia-Estado en México han calificado como un periodo de "relaciones nicodémicas", en referencia a Nicodemo, el fariseo que se acercaba a Jesús de noche (de ahí el término nicodemo, "el que viene de noche"): el Estado renunciaba a la aplicación de la ley y la Iglesia renunciaba a exigir sus derechos. Estas relaciones nicodémicas o modus vivendi debieron enfrentar, sin embargo un severo momento de prueba cuando el conflictivo Calles, presionado por los efectos devastadores de la depresión de 1929 pronunció el así llamado Grito de Guadalajara.
En ese Grito, 21 de julio de 1934, Calles--en su oficiosa condición de "jefe máximo de la Revolución mexicana"--hacía un llamado para que Revolución, triunfante en lo militar, se trasladara a partir de ese momento al ámbito de la conciencia, de la educación y, de manera más específica, de la educación de los niños. El Grito de Guadalajara marcó el inicio de una serie de reformas al sistema educativo mexicano que culminaron con el proyecto de la así llamada "educación socialista" (¿mera casualidad o coincidencia de intenciones con algunos intentos contemporáneos de invadir las conciencias de sus pueblos con contenidos socialistas que líderes totalitarios sudamericanos, como Chávez y Evo Morales, pretenden implantar ?), las que fueron rechazadas por movilizaciones de católicos e incluso una enciclica que el Papa Pio XII dedicó al conflicto mexicano. Gracias a esta fèrrea defensa de la doctrina católica por parte del pueblo ante la amenaza socialista , los sucesivos gobiernos mexicanos se decidieron a no aplicar la legislación en materia de cultos y a moderar las reformas educativas socialistoides. Por su lado, la Iglesia se abstuvo de discutir de manera pública las condiciones impuestas, llegando a una armonía, un equilibrio o modus vivendi que no habría sido posible sin la decidida defensa del pueblo por su religión . Todo un ejemplo para las actuales generaciones.















lunes, 1 de febrero de 2010

LA INFILTRACION MARXISTA EN
LA IGLESIA CATOLICA
EL LIBRO DEL PADRE PORADOWSKI




En el lejano 1974, las ediciones Universitarias de la U. Catolica de Valparaíso publicaron un valioso e interesantisimo librito de 100 paginas titulado "El Marxismo invade a la Iglesia", obra del sacerdote polaco y ex profesor de dicha casa de estudios, Miguel Poradowski (1913-2003) . Pese al interesante análisis que contiene , este libro me fue muy dificil de conseguir, y tras buscarlo durante largo tiempo, finalmente lo encontré en la Feria del Libro de Viña del Mar, en el stand de la UCV a solo $ 1000. Y al leerlo, comprobé realmente que se trata de una obra que debiera estar presente en todas las bibliotecas y en el plan de estudios de todos los Seminarios por su excelente y claro contenido. Si bien es cierto, desde 1974 a la fecha ha corrido mucha agua bajo el puente, y han ocurrido hechos importantes como la caida del marxismo como metodo de alcanzar el poder, con su lucha de clases y su dictadura del proletariado impuesta por la via armada (sucedido por el más discreto progresismo, de igual peligro valórico) y la decidida reacción teológica de la Iglesia Católica en contra de la Teologia de la Liberación, a mediados de los años 80, gracias al Papa Juan Pablo II , este constante intento de infiltración y desnaturalización de nuestra Fe no ha perdido su vigencia .


De acuerdo al libro del padre Poradowski, los marxistas habían ido desarrollando un plan de penetración graduada y por etapas dentro de la Iglesia Católica, evitando , a diferencia de los primeros tiempos del marxismo, enfrentarse directamente con la Fe (un método claramente gramsciano). Su plan consistió en la elaboración, mediante los trabajos de una serie de teologos tanto protestantes como católicos, de una serie de corrientes teológicas que van minando conceptos fundamentales del cristianismo y preparando, a la vez, casi imperceptiblemente, las mentes de los cristianos para una aceptación indolora de un "cristianismo" hecho a medida para los intereses marxistas. Su influencia no se ha dirigido tan sólo a la Teología, sino que también a la práctica (pastoral). Casi en todos estos trabajos se nota el mismo método, es decir, se pretende identificar al socialismo con el "Reino de Dios en la tierra". Busca convencer a los cristianos que tanto ellos como los socialistas buscan lo mismo, construyendo una nueva sociedad terrenal del futuro justa, equitativa y solidaria, pero con la salvedasd de que el único camino conducente a este fin aparentemente compartido es la revolución marxista.


Ahora, ¿cómo se pudo imponer a tantos teólogos un planteamiento tan materialista y hasta ateo, tan contrario a su concepción del mundo? He aqui el método sicológico usado, el de graduación, que conlleva primero a un lavado de cerebro gradual y aséptico, para una vez confundidos y reinterpretados principios básicos de la Fe, inyectar en pequeñas dosis la cosmovisión marxista y su curioso concepto del cristianismo.


El padre Poradowski ha definido siete etapas sucesivas y bien definidas que han permitido llevar a cabo esta infiltración, que serán analizadas a continuación :

1) el saduceismo del siglo XX
2) el Reino de Dios en la tierra
3) el cristianismo horizontal
4) Fe sin religión
5) Cristianismo sin mitologia
6) El cristianismo ateo
7) finalmente, el cristianismo marxista




1) El saduceismo del siglo XX: los saduceos eran una de las diversas sectas judías que, en tiempos de Jesus, se caracterizaban por no creer en la resurrección, de modo todos sus ruegos y alabanzas a Dios estaban dirigidas al objetivo final de obtener la felicidad en esta vida terrenal. No negaban ningún otro dogma de la Fe, reconocían a Dios como Creador y Señor del Universo y del hombre, pero ponían todo el acento en este aspecto y silenciaban todo lo referido a la vida eterna y su consecución. Este aspecto fue siendo impuesto a los modernos teólogos cristianos, otorgàndole absoluta prioridad a la construcción de este Reino de Dios material, en este mundo, y dejando de lado la esperanza de trabajar para una vida eterna tras la resurrección. Esta forma de concebir la vida religiosa constituye una excelente preparación para las siguientes etapas de la marxistización del cristianismo. Se trata de acostumbrar a los cristianos, partiendo por sus sacerdotes (el cura Berrios y el Obispo Goic son contemporáneos buenos ejemplos de esta actitud), a concentrar toda su vida exclusivamente sobre lo temporal (pobreza, trabajos, sueldos), sobre los asuntos de este mundo, acercando a los cristianos a los marxistas al eliminar inconscientemente de su mente el "molesto" tema de vida eterna, frente al cual el materialismo marxista no tenía nada que ofrecer.



2) El reino de Dios en la tierra

Este engaño se basa en la vaguedad escatológica con respecto al momento y a las características del anunciado Reino de Dios en la Tierra ¿ocurrirá antes o después del Juicio final? ¿será en este Mundo o en otro Nuevo Mundo? Un pionero de este concepto fue el teólogo protestante de los años 20 Karl Barth, socialista de partido, quien fue el primero en asimilar el objetivo del marxismo y del cristianismo. Según él, la construcción del Reino de Dios en la tierra sería el primer y principal deber del cristiano, y se puede identificar este Reino con la sociedad marxista.

Otro teólogo comunista, el suizo Konrad Farner, quien mencionaba que "el comunismo es la única y total esperanza del hombre" (?), llegando a decir la aberración siguiente: "sin comunismo no habrá en el futuro ningún cristianismo".



3) El cristianismo horizontal:

Lo esencial del cristianismo es el amor a Dios, pero su consecuencia se expresa en el amor al prójimo. La Nueva teología, que en el fondo es antropocéntrica en lugar de teocéntrica (una paradoja) , calla el amor a Dios (vertical) y pone todo el énfasis en el aspecto horizontal, es decir, el supuesto amor al prójimo. De este modo el cristiano se olvida de Dios pues se pasa a preocupar exclusivamente del prójimo, llegandose a la larga a la prescindencia de Dios.

De este modo, el servicio sacerdotal, como bien advirtió Paulo VI en 1973, "se reduce a una función filántropica-social, en lugar del area de las almas, de su relación y la de sus feligreses con Dios, que es donde se define la función específica del sacerdote católico".

Según esta corriente, cuyo precursor fue Dietrich Bonhoeffer, a Jesus se lo reconoce como un ser humano excepcional, ideal, perfecto, un modelo de vida; pero se calla intencionadamente su divinidad, su condición de hijo de Dios y hasta la importancia de su Redención. Se muestra a un Jesús que ayuda al projimo motivado exclusivamente por solidaridad, sentimentalismo y compasión humanas, pero se olvida el sentido esencial de su sacrificio: redimir a la humanidad y abrirle las puertas a la resurrección y a la vida eterna.



4) fe sin religión:

Si bien el marxismo desde su origen ha combatido a la religión (opio del pueblo, según Marx) , en los ultimos años ha decidido, desde un punto de vista táctico, tolerar la fe pero combatir la religión, el culto, la expresión ritual de la Fe, para conquistar y evitar enfrentarse a las grandes masas católicas, muy acostumbradas al culto. Su mensaje es que todos los rituales cristianos no corresponderían al "cristianismo puro" (miren quien viene a darnos lecciones de cristianismo!), por lo que se debe "limpiar" la Fe de los elementos de la religión. Son los cristianos a su manera, tan populares en nuestros días. Por eso, los marxistas combaten el culto mariano, el Rosario, las procesiones , incluso la misa y los sacramentos, señalandolos como contaminaciones innecesarias que desvirtúan la Fe.



5) Cristianismo sin mitologia

Según las corrientes teológicas marxistas , la religión ha sido penetrada a lo largo de su historia por elementos mitológicos paganos, por lo que agrupan los dogmas de la fe en la categoría de "mitos". Por ejemplo, llegan a sostener que el dogma de la Santísima Trinidad es un mito, como también lo son los Angeles, la anunciación, la Encarnación, la Redención, el Pecado Original y el Paraìso. Asi desnaturalizada nuestra Fe, sólo queda reducida a un simple hecho histórico, acsi una caricatura hecha a medida : la persona de Jesús de Nazaret (nunca llamado por ellos Jesucristo o Cristo), un hombre excepcional fundador de un movimiento politico-social de lucha por la liberación del hombre de la esclavitud y la explotación representada por un rgeimen de opresión de la època, hechos todos que ni siquiera encuentran asidero en los Evangelios.

6) El cristianismo ateo

Avanzando en la desnaturalización de la Fe, se llega al punto en que se llega a afirmar que el cristianismo primitivo, el del primer siglo (olvidando completamente las enseñanzas de San Pablo) , no tiene nada que ver ni con la religión ni con la fe, pues habría consistido solamente en un movimiento laico revolucionario. De acuerdo a ello, Jesús sólo sería un caudillo político que pretendia liberar a los judíos de la opresión romana, haciendo proyección de liberar al hombre de la opresión y explotación de las estructuras capitalistas. No hay respaldo alguno de esta visión nen los Evangelios, por el contrario, hay elementos que descartan esta visión ("Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios"), pero el marxismo insiste en presentar a Jesus de Nazaret como un simple hombre, no un Dios encarnado, pues a esta altura de la degradación teológica el marxismo ya afirma que Dios no existe. Todo el componente trascendental de la religión sería, a conveniencia del marxismo, producto de una leyenda.



7) el cristianismo marxista

Inyectando gradualmente su veneno, el marxismo pretende adaptar el cristianismo a las exigencias de su filosofía atea y materialista. Si muchos cristianos laicos y clérigos han llegado a aceptar esta contradicción sin mayores problemas de conciencia, se debe al previo "tratamiento" del tema. Quien aceptó el "saduceismo" (ausencia de resurrección ni vida eterna, principio basico de nuestra fe: "Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra Fe", decía San Pablo), después de algún tiempo está preparado a aceptar también la invitación de parte de los marxistas, para participar en la construcción de una nueva sociedad ideal socialista del mundo, envuelta en el concepto de "Reino de Dios en la tierra". Quien acepta ésto, ya está preparado para el siguiente paso, aceptar el "cristianismo horizontal", el cual lo llevará a su vez al cristianismo concebido como una "fe sin religión", sin rituales ni sacramentos. Y siguiendo este "tratamiento" o lavado de cerebro gradual, poco a poco se va acercar al cristianismo desmitologizado, y por su intermedio, al cristianismo ateo. Así, por grados y etapas, sin mayores traumas, va a llegar hasta la meta final buscada por el gramscismo, el "cristianismo marxista".
Esto permitió al marxismo no solamente infiltrarse en la teología, sino hasta llegar al descaro de presentarse como maestros de ella.
El marxismo de los años 70 ya no pretendía destruír a la Iglesia Católica (por el momento), sino que servirse de ella y hacer que sea la Iglesia la que cave su propia tumba.
Ya el marxismo como tal no existe como práctica masiva, pero dejó una huella indeleble y nefasta sobre nuestra Fe, y su sucesor "light", el progresismo valórico, continúa horadando sin descanso las bases de nuestra religión y del bioen en general.

martes, 12 de agosto de 2008

JERARQUIA CATOLICA CHILENA DEFINE A SU
CRISTIANO IDEAL DEL SIGLO XXI:
SOCIALISTA Y ATEO


Cada vez que muere un socialista o un comunista la iglesia católica se desborda haciendo misas, homenajes, elogios, discursos emotivos etc. sin importar que estos no crean en Dios.

No es necesario que la iglesia maldiga a quienes no crean en el evangelio, pero no hay para qué premiar el ateísmo socialistoide tampoco.

El vicario Cristián Precht, un colaborador confeso de las purgas del socialista Juan Bustos, hizo un llamado a continuar su legado.Fue un gran amigo, gran demócrata y gran chileno Fue un hombre bueno, esposo y padre entrañable“, señaló el sacerdote, quien con anterioridad leyó un mensaje del Vaticano, lamentando el deceso del jurista.

De haber sabido antes que el camino para irse al cielo era ser socialista y ateo, le habría pedido a mi familia no hacer la primera comunión, ni rezar, ni aceptar a Jesus como mi único salvador. La iglesia católica me está haciendo pensar que pierdo mi tiempo al creer en Dios.

Primero me dicen que los ricos no se van al cielo, y ahora están haciendo todo lo posible para convencerme que no basta con ser de clase media para pasar el jucio final con nota 4, además tengo que ser socialista y ojalá agnóstico o masón.

¿Habrá algún socialista ateo que no sea del agrado de la iglesia católica?

¿Habrá algún obispo chileno que haya escuchado el segundo mensaje de Fátima?

Extractado de:Revista Jupiter: Todos los socialistas se van al cielo